La comunidad parroquial celebró el 8 de septiembre, Fiesta de la Natividad de la Virgen María, la Santa Misa de Consagración del Altar, presidida por el arzobispo José Adolfo Larregain.
La parroquia de Nuestra Señora del Valle vivió un acontecimiento trascendental con la consagración de su altar, en una celebración cargada de signos y profunda espiritualidad. La misa fue presidida por monseñor José Adolfo Larregain y concelebrada por el párroco, padre Luis Molina, y el padre Ariel Weimann, antiguo párroco de la comunidad.
La liturgia inició con una procesión solemne y la aspersión de agua bendita, signo de purificación. En su homilía, el arzobispo destacó el sentido del altar como signo visible de Cristo y centro de la vida eucarística de la comunidad. Subrayó que “reconciliarnos con nuestra historia y descubrir la presencia de Cristo” es parte del camino de fe, comparando el altar con la entrega de María, “altar vivo” donde Dios se hizo carne.
El ritual de consagración incluyó la letanía de los santos, la colocación de reliquias de Santa Sabrina Mártir, la unción con Santo Crisma, la incensación y la iluminación del altar. Cada signo expresó la dedicación definitiva del altar como lugar sagrado para la celebración de la Eucaristía.
Al finalizar, el padre Luis Molina dirigió palabras de agradecimiento y, junto con el padre Weimann, entronizó la imagen de la Virgen del Valle en un pedestal de piedra, bendecida por monseñor Larregain.
Con este altar consagrado, la comunidad de Nuestra Señora del Valle renueva su compromiso de ser “piedras vivas” en la Iglesia, recordando en cada celebración que Cristo permanece presente en medio de su pueblo. Un hecho histórico que quedará grabado en la memoria parroquial como signo de unidad, esperanza y gracia.